lunes, 20 de enero de 2014

José Manuel Ruiz Regil presenta en "Cada quien su boca" de Palabras Urgentes (20-ene-2014)


JOSÉ MANUEL RUIZ REGIL

Acá el link de la entrevista completa:


Hilos trenzados, tramados a mano. Colores, tapices, estampa vegetal. Del amanecer al ocaso habitan las flores; de una sonrisa infantil al azul anhelante. A medio día las líneas se agrupan, contrastan, patrones repiten, se ensamblan líneas y curvas. Suave terciopelo, áspero algodón, bombón bordado, tenso matiz. El día esconde los misterios que la noche devela en negativo.  Bolsa, zarape, chaleco o tapiz. Escala cromática subi-baja, baja-sube, igual que el telar del artesano que en su oficio, hermana raíz, canto y ritual.
***
El buscador de ilusiones

Tramaba rumiantes entrecijos mascullando malabares entre el tiempo y la agonía. Sangraba sus miembros en el silencio interno de la piel. Engullía exhalaciones de ansia cada vez que se miraba inerte, y gozaba con la amable compasión del calendario. Su aura mantenía la temperatura incandescente del centro de la tierra, como un ojo encendido que todo lo ve y todo lo calcina. Reptaba por los crespones de la incertidumbre, retando a la estructura, al vicio, al ademán. Buscaba el accidente catapulta para dimensionar su intento,  hallara o no razón de ser. Cada paso una agonía. Limó los cerros, enfrascó los remolinos, deshidrató las eras sin descanso. Era tal su sed de viento que no hubo soplo sin que viera su garra. Colmado en una cima, a los pies del sol empanizado, exhaló inconforme su jornada. No había más que acción humeante, estremecimiento conventual que azora cataclismas. Su reloj de arena se hacía horizonte, el tiempo detenía su granulado flujo. Del hipo apareció una bella ondina, singladuras peinaban sus agallas. Dejó a sus pies un caracol iridiscente lleno de agua cantarina. Descreído el sinsentido descendió de aquel peñazco en que apacentaba su ira, y al ver en la oquedad espiralada su reflejo, cual narciso develado, se iluminó su rostro. Recordó que el gozo de trotar está en esa suspensión imperceptible que distingue al vuelo del abismo.




Cazadora de instantes

Atenta al primer atisbo de luz brinca del lecho donde ha reposado la ilusión primaveral de enfrentar un nuevo día con la sagacidad del camaleón hambriento. Mira en derredor, virando su  tornasol cascaradura, otea a 360 grados paralelos e, inadvertidamente, latiga un lengüetazo de memoria al recuerdo moscardón que azuza su mente. Recoge sus aperos y abandona la cabaña improvisada del presente para remontar el tiempo hacia el origen; los caminos hacia las huellas, la nube que es hielo que ha sido agua, al pan que está siendo trigo, a las lágrimas que fueron deseos, a la soledad que amó una compañía. Halla en cada uno de estos sitios ocasión para la casa deportiva a veces; otras, necesaria, del codiciado instante que habrá de entretejerse en la telaraña inmarcesible de su devenir. Instala hitos en esta esquina, tensa aquella otra, refuerza el centro del hallazgo y limpia del exceso anecdotal todo argumento. Deja entrever ayer y hoy, veladura liminal que transparenta lo real de lo ilusorio; lo objetivo de lo tangible; el ser de lo que ha sido. Espera paciente a que vuelva la presa crónica. Pueden pasar infinitos segundos, horas fugaces, oportunidades siempre esperadas, momentos idos que no volverán, porque perviven eternamente. Y cuando al fin su ansia cazadora se siente colmada, saeta una palabra atravesando el cuerpo del instante para colmar la alforja que irá a parar allá donde se guardan los tesoros más preciados, en el lecho del sueño cotidiano.
***
Ahogo la noche en el obscuro de mi llanto
Y me silencio estrepitosamente
Sesentamil veces sesenta guardadas en segundos
Por el amor roto que nos une irremediable
Por el recuerdo el nunca más el para siempre
Las noches cautivas los insomnios
El trago ardiente del recuerdo que lacera
Los cien millones de te quieros y un adiós
El más postrero


Romancing de wind

El cielo es un silencio expectante
trino suspendido en papalotl
Cometas trazan espirales
Danzan arabescos,
Surcan barrocos remolinos,
Dibujan suaves líneas de escritura china.
Aves de papel trocan mantarrayas de aire
Marionetas de Bethell que el viento
Acaricia con su voz siamesa.

***

Yazco
Sobre las aguas de tu escorzo
La espuma hirsuta de tu monte
Me cubre
Como la ola enorme de Hokusai
detrás el Fuji duplicado
nevados pezones anuncian
el sol naciente de tu rostro

***
Mala suerte
Cato era un hombre marcado por el mal presagio de la ineficiencia. Era tan malo, a pesar suyo, que bastaba con que tuviera un deseo, un simple deseo inocente, para que todas las fuerzas del universo conspiraran en su contra. Podría decirse que si la ley de Murphy hubiera tenido un modelo, él habría sido su principal destino; que si Job viviera, Cato representaría un fuerte adversario. El anti-Midas, pues a diferencia de aquel, éste todo lo que tocaba lo convertía en mierda.
Cansado de insistir, de desear y fracasar llegó a la penosa resolución de quitarse la vida. Los primeros tres intentos fueron saboteados por la buena voluntad de un vecino, un vagabundo que lo vio al paso y un asaltante que se apiadó de él y le perdonó la vida. Los siguientes esfuerzos contaron con la mala calidad de la cuerda, la imprevisión de los resurtidores de gas y la mala calidad de los medicamentos genéricos. Todo paró en un lavado de estómago que lo ha dejado más limpio que un excusado de aparador.
Paradójicamente el hecho de que Cato quiera matarse ha beneficiado mucho a la comunidad, pues buscando la congruencia de ese falso valor que supone respetar la vida humana a toda costa - así sea en contra de la voluntad de quien la padece- se ha creado un patronato y un club de vecinos alertas y recibe visitas de varias de sus compañeras de generación con las que ha aprendido a desarrollar nuevas habilidades para relacionarse con los demás (especialmente con individuos del sexo opuesto). El banco local le ha asignado una pensión y el centro de abastecimiento le surte gratis mensualmente todo lo necesario para mantener una dieta sana que lo mantenga libre de procesos mórbidos.
El problema es que con todo esto le han vuelto las ganas de vivir y ha comentado con algunas personas sus deseos renovados de crear una empresa y prodigar al mundo las bondades de su gratitud. Sin embargo, se rumora que esas declaraciones han puesto en peligro la continuidad de los programas de apoyo, pues las autoridades suponen que si es tanto su deseo de triunfo entonces ya puede enfrentarse solo a la adversidad de una vida común.


®José Manuel Ruiz Regil


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